Decidí ir a la policía, no aguantaba más. Pedía ayuda, consejos, y sólo llegaban a mis oídos frases como "
habrá tenido un mal día" "
será porque le habrá molestado algo que has hecho". Cansada de sentirme dolorida día a día, de no tener esos días tranquilos que otras personas tienen y que yo, hace años que no tengo.
Definitivamente, el día había llegado. Salí de la puerta y como siempre, escuché un "
¿adónde carajo vas?" hice caso omiso. Cerré la puerta y arranco el coche con rapidez. Esta vez no me cogerás, esta vez no. Escuché gritos, suyos serán, o quizás no, la música a todo volumen no me dejaba diferenciar esa voz de
maltratador con la de algún niño juguetón. Llegué y allí se encontraba un hombre denunciando a su mujer por malos tratos. Se veía un hombre frágil pero a la vez fuerte. Se giró y le sonreí mientras le guiñaba el ojo dándole ánimos.
Ahora me tocaba a mí. Algún que otro llanto pero denuncia puesta. Salí y allí se encontraba él, el hombre frágil y fuerte. Me estaba esperando y decidimos tomar un té para
tranquilizar los nervios. Creo que era el hombre más simpático que he conocido, y hoy quedan dos horas para que digamos un "
sí quiero". ¿Quién diría que nos conoceríamos poniendo una denuncia, siendo víctimas? ¿Quién diría que me volvería a enamorar?
Tú, que llegaste por casualidad....